Checoslovaquia



Hola hola. Una gran cita de la dudosa tercera parte de El Padrino, que Silvio Dante parodia varias veces en Los Soprano, o su traducción al español, es "creía que estaba fuera y me vuelven a meter dentro". Pues eso, queridos niños:



Don Draper

 

La conversión de los medios de comunicación de masas en grandes agencias de publicidad del poder económico casi siempre nos saca cuarto y mitad de sonrisa, como los llamados expertos en cualquierología que ayer hablaban de grafeno, hoy de derivados y mañana de restos humanos calcinados. Todos somos un poco así. También somos José Bretón, víctimas de las garras de Ana Rosa y de todos los españoles de bien, que nos aplicarían a) tortura; b) tortura y pena de muerte; c) tortura, pena de muerte y entrega de nuestra alma inmortal al Príncipe de las tinieblas (sobre el Rey de las tinieblas tendremos que escribir otra entrada).

José Bretón tras dejar las Quemadillas.

A gusto del consumidor, libre de comprar lo que desee y viva Facua, viva el Counter-Strike, viva mi suegra y viva mi tía. Sin embargo, las estrategias de control a través de la infantilización del discurso, de la repetición de eslóganes, la manipulación de datos o la enajenación de las causas de nuestras desgracias también nos han hecho reflexionar durante los casi seis meses que llevamos casi muditos.

Las animadoras, tristes como Cretino Romualdo


Cristiano Ronaldo.
Creamos Salvando animadoras con una finalidad muy concreta en plena ofensiva de las multinacionales del copyright contra el P2P, como un juego fácil de perder contra los gigantes del entretenimiento que querían, atención, acabar con Internet. Luego llegó la doctrina del shock, del chof y del catacroc. Los mismos grupos empresariales que nos pedían veinte euros por la copia digital de una película y ocho por una entrada de cine se dispusieron a comerse Europa, a acabar con los servicios públicos para vender sus productos y a destruir el poder adquisitivo de los ciudadanos, ya que el consumo es ya una parte insignificante de la omnipresente economía financiera.

Ya en Españistán, provincia de Alemania, el PSOE comenzó con los recortes y el PP continuó recortando con la legitimidad que le dio la mayoría absoluta que obtuvo porque el PSOE había recortado, para que nos entendamos. Ping. Pong. En el ínterin, llegó el 15M y las plazas se llenaron de debates sobre animalismo, participaciones preferentes y teoría y práctica del universo vegano y del trueque bien temperado. "Dentro de poco ocupan el Congreso, o no", nos dicen las animadoras con medio octavo de sonrisa, entre codazos.

Zapatero el liberal bajó los impuestos a los ricos y Rajoy el socialista se los subió a los pobres. Hoy hay gente comprando material escolar con un 21% de IVA. Que los niños pobres escriban con el dedo, que paguen por llevar una fiambrera a la escuela mientras llevar a su hijo a un colegio privado le desgravará que es un primor, que el derecho a decidir y el ideario de su respetable secta integrista son sacrosantos. Además, a veces los niños no son niños, sino arquitectos disfrazados:



Panorama para matar, y para morir, si no fuera porque hay más. Con medio país en llamas, hay municipios con un solo bombero, hospitales cerrados, limitación de la cobertura sanitaria a los residentes legales (los demás que se mueran: cotiza o revienta), ambulancias sin médicos, y desaparición simultánea de las ayudas a la dependencia y del supuesto de malformación a la hora de abortar (WTF).

El iPhone de Andrea Fabra.

Peces y barbas en el ancho mar


Para colmo, llevamos un tiempo con el Facebook colapsado por fieros activistas del iPad, mientras que la guerrilla maoísta nos invade en Twitter con su flamante iPhone entre los dientes (luego hablamos de Twitter). Dantesco.

La cuestión es que la sobreabundancia de artículos, blogs, tweets, portadas en Menéame, actualizaciones de Facebook, grupos de Facebook, páginas de Facebook y Facebooks de Facebook nos da que pensar desde hace tiempo. Por un lado, el sistema repite una y otra vez un mensaje muy claro: no hay más remedio, las reformas necesarias, no se puede gastar lo que no se tiene, traga, que todo puede empeorar. Por otro, miles de pequeños medios explican lo que es obvio, de miles de maneras, en todos esos posts de Facebook, Wordpress, Blogger, Twitter (incluso en Tuenti) o en lindísimas presentaciones de Powerpoint en nuestro correo electrónico, todo según la edad del emisor (a Microsoft Messenger no hay que nombrarlo si no queremos acabar en el Diario de Patricia).

Y el resto, sin un iPad para volar Facebook ni un iPhone con el que invadir Twitter, repite los convincentes lemas del sistema recién salidos de la versión de Don Draper del Telediario: oye, que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, que la fiesta se ha acabado y hay que pagar la factura, la realidad es la que es y hay que hacer lo que hay que hacer. Claro. ¿Qué vamos a hacer sino lo que hay que hacer? ¿Acaso podemos hacer lo que no hay que hacer?

Lo que queremos decir, siempre en la estela de usar doscientas palabras donde podríamos emplear diez, es que la influencia de esta entrada, de las letras que vemos aparecer en pantalla, no es nada comparada con la letanía de las reformas necesarias y la confianza de los mercados. Hace unos días leíamos en un artículo en el inefable El País que "los análisis críticos se disuelven en un aluvión de artículos, columnas y editoriales que logran una difusión e influencia mucho menor" que la de los mensajes concisos y repetitivos que nos ofrece el poder económico. Cada uno de ellos es más largo que el escuálido mensaje oficial, y leerlos todos supondría una tarea interminable, aparte de ardua y aburrida. Esa frase resume lo que venimos rumiando desde hace unos meses. Seis, para ser exactos. Y esa es la primera razón de nuestro silencio.

No es lo mismo rigor que Rigodón


Asimismo, y me vais a disculpar, queridos amigos, todo eso del dos punto cero es genial, pero si nos dedicamos a reproducir bulos solo porque un amigo los reproduce porque a su vez otro también los tiene en su muro o los manda por Whatsapp, estamos mucho más desnudos que el emperador al que queremos desnudar. Ahora mismo recordamos la carta atribuida a José Luis (lo mismo hubiera dado decir Ramón) Sampedro, los primeros días del Gobierno de Hollande (ista, ista, ista, Hollande es socialista), los casi quinientos mil políticos que tenemos y mantenemos en el Estado español (¿UPyQué?), amén de otras lindezas que hemos tragado y regurgitado en pos de la revolución que hay en cada pantalla retina™.



Y, lo que es mucho peor, casi todos esos archivos JPG que vemos a diario tienen faltas de ortografía. A veces las animadoras se tragan, como hace Sasha Grey, un poco de vómito mientras pulsan el botón Like.

El mensaje del poder, por supuesto, es torticero, es mentira, se queda con nuestros conceptos, con las ideas que nos son más cercanas, pero es verosímil y está bien redactado porque el presupuesto para una sola frase es tan grande que hay cientos de asesores trabajando para ella (es imposible que sean tan tontos, y todos a la vez, aunque aquí nada es imposible), mientras que el presupuesto de este blog, y no digamos de todos esos estados de Facebook, es cero. El eslogan, el titular, que ya viene hecho, que está frito y cocido, que es verdad y es mentira, tiene algo, y es que es tan mono.

Animadoras, revolucionarios y gente muy seria


Escribe Haruki Murakami en su novela Norwegian Wood que el mundo está repleto de gente muy seria. Los hombres de negocios, los policías, los políticos y los banqueros se toman muy en serio su trabajo, lo cual es lógico. Sin embargo, también se toman muy en serio a sí mismos, lo que, queridos amigos, es peligroso, como cuando, por una apuesta, alguien coloca el precio del barril de petróleo por encima del récord olímpico. O cuando un policía responde con una paliza a la petición de un ciudadano para que se identifique, o si la presidentesa de cierta comunidad uniprovincial clama al cielo por una escalada criminal (sic.) en su contra, o los bancos violan sistemáticamente los derechos humanos por la ejecución de una hipoteca.

Máquina de matar.
Pero nuestro querido Murakami no se refiere a estos señores serios de café, copa y puro, que aquí se sobreentienden, sino a las revueltas estudiantiles que se dieron en su país tras las de París en mayo del sesenta y ocho. Allí también hubo chicos muy serios que habían leído una traducción al japonés de El Capital que veneraban como una reliquia sin entender una palabra. Eso mismo hemos notado todo este tiempo, gente muy seria y sensible que se enfada por un tweet de la Masa enfurecida, simpatizantes (vaya palabro) de Izquierda Unida enfurecidos porque nos hemos reído de su esquizofrénica (pero, sobre todo, falsa) lucha contra los recortes en el Gobierno andaluz, y revolucionarios que avisan constantemente desde su Twitter que la gota que va a colmar el vaso está a punto de caer, que cuando caiga todos los burgueses se van a enterar de lo que es bueno, y que estamos a punto (siempre a punto) de instalar una guillotina en la Puerta del Sol. Claro. Desde Twitter para iOS, cómo no.

¿Es la guillotina una aplicación para el iPhone? Si no, esto es muy difícil de entender. Chéjov decía que, si en una historia aparece una pistola, alguien debe dispararla. Pues en esta historia no dejan de aparecer guillotinas y no vemos que nadie las use. Peor aún, no vemos las guillotinas, y que conste que no lo decimos por los demás. Nosotros somos los terceros que las hemos nombrado, tras Robespierre y la cuenta de Twitter de Acampada Sol. Y ahí tenéis la segunda razón del silencio de las animadoras.

Checoslovaquia


Cuando, tras la Primavera de Praga, las tropas del Pacto de Varsovia entraron en Checoslovaquia, los habitantes de la capital tuvieron la idea de romper los letreros con los nombres de las calles para que los soldados soviéticos se perdieran. Los checos son muy socarrones y hacen chistes de todo, cosa que no suele ocurrir con otros habitantes del este de Europa. Incluso de una invasión con dos mil trescientos tanques que no era ninguna broma. De hecho, aunque no opusieron resistencia, murieron más de setenta personas y Shirley Temple no acabó convirtiéndose en embajadora de Estados Unidos hasta unos años más tarde. No es broma.

Soraya Sáenz de Santamaría a punto de comerse un tanque de fabricación soviética.
 
Lo que queremos decir es que, con la explosión de tragedia que recorre Europa, con la globalización convirtiendo el llamado primer mundo en avanzadilla del tercero, y a su vez abriendo sucursales de lujo en el que fue el tercer mundo mientras cada día crea miles de esclavos, digo puestos de trabajo, la solución no puede pasar por sentarse en el suelo a llorar como un bebé, ni por un grito mudo, ni mucho menos por amenazas vacías escritas desde vuestro iPad. Volvemos a la pistola de Chéjov: las amenazas, o se cumplen o sobran. U ocupas el Congreso de verdad o cierras la boca. Si no, el sistema te llama fascista, juega al Scrabble con tus palabras y luego te da una paliza mientras el público come palomitas. Y es que te lo mereces, como todos esos nazis neocalorros. Y lo que molan las palomitas. Preguntadle a James Cameron I, rey del mundo.

Lo primero que debemos entender es que el sistema da risa, que el banquero que se pasea nada menos que con una chaqueta roja por las carreras de Fórmula 1 mientras desahucia a cientos de personas solo es un sombrero con un tipo ridículo debajo; que al que tuvo que montar una red de comercio sexual para sentirse vivo mientras dirigía el FMI le falta la nariz de payaso; que ese señor del Opus, dueño de medio Jerez y abuelo de cientos de nietos, que dice que sabe cómo sacarnos del agujero después de dejar un pufo solo comparable con el de Bankia se parodia a sí mismo desde que era pequeño; que el otro presidente del FMI, el gran gestor, lo dejó por motivos personales para bailar claqué en el consejo de administración de Bankia; y que todos los presidentes del Gobierno de este país excepto el apuesto enfermito que anda perdido (a veces, justicia y casualidad van de la mano) en las circunvoluciones de su propio cerebro se han llegado a creer que era por nuestro bien y ahora se sientan en otros consejos de administración como adornos muy caros.

Alberto Garzón lee Salvando animadoras.

Alguna vez hemos intentado que lo entienda cierto diputado de izquierdas, tan joven y mediático, que se toma muy en serio el juego parlamentario, tanto que dice que piensa que un Gobierno sin legitimidad no puede gobernar. Un momento, que me va a dar algo. Ya. También lo hemos hecho con cierta alcaldesa de derechas, enfrentándonos a sus pobres becarios en el papel de trolls, con resultados similares; y con nuestros queridos amigos revolucionarios en Twitter, en Facebook e incluso en la vida real. El caso es que las reformas necesarias y la revolución son cosas muy, muy serias, y no hay que reírse de la guillotina que nunca llega ni del sueño de tomar el palacio de invierno durante la época estival.

Un señor antiguo amante de las citas escribió, citando a Gorgias, que la seriedad del oponente debe matarse con la risa. Entonces, al Congreso, ¿no? Amén.


PS: Hemos cambiado de Twitter. Nuestra cuenta ahora es @sanimadoras, por si os apetece jugar a lo de follower, follower, Twitter, Twitter, Twitter, follower, follower, Twitter. Ahora sí. Viva el mal.

¿Eins?

Sobre las animadoras

¿Quién no quiere salvar a una animadora?
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