2012



El mundo es un pañuelo. Hacemos señales de humo y nos las devuelven con ángulos inesperados, siempre con segundas y siempre con efecto. Siempre en Twitter.

Jerarquía es amor. La Biblia lo dice.
La ley del embudo y el amor

También vivimos en una especie de embudo con la parte más ancha hacia arriba. Nosotros poblamos la superficie mientras que el poder se encuentra en la base, la parte más estrecha donde cabe menos gente, recogiendo lo que producimos. Podemos cagarnos en ellos, pero ellos darán de alta una sociedad anónima de abono para cultivos biológicos y se repartirán los beneficios. Podemos patalear, que ellos transformarán nuestro pataleo en calor para producir electricidad, o pondrán uvas abonadas en el paso anterior bajo nuestros pies y fermentarán el vino, digamos, más humano hasta la fecha. Podemos suicidarnos, que reciclarán nuestros cadáveres para hacer tabletas de Soylent Green y venderlo como el último grito dietético post-Dukan:



Charlton Heston siempre habla claro. Y Robert Kiyosaki, un divertido gurú de la autoayuda, nos cuenta que las rentas del trabajo, en cualquier sitio del mundo, son gravadas con muchos más impuestos que las rentas del capital, y nos anima a no trabajar con el fin de hacernos ricos. Fascinante. Aún más, cierto. En el último ajuste del IRPF, el actual Gobierno ha fijado una contribución a las arcas públicas del 24.75% (hasta 17707€ brutos) al 52% (más de 300000€ brutos) para las rentas del trabajo, mientras que la tributación del capital oscila entre el 21% (hasta 6000€) y el 27% (a partir de 24000€). ¿Incomprensible? Para nada. Mirad el embudo, arriba a la derecha. Teniendo en cuenta que, en muchos casos, las sociedades no declaran demasiados beneficios ni rentas del capital ya que introducen en el apartado de gastos hasta la endodoncia de la tía Águeda, fallecida en 1984, Dios la tenga en su gloria, no hay que ser un experto en economía para entender el truco.

Elegir el bando del trabajo es declararse perdedor de antemano. Entonces, ¿por qué todo el mundo busca un trabajo, y por qué el que lo tiene se siente afortunado? Dicen que es la falta de educación financiera, pero, en estos tiempos, más bien hablaremos de falta de liquidez, lo que nos lleva a la deuda.

Quién debe a quién y a qué precio

La deuda es el tema del momento. Según el flamante y jovencísimo Gobierno, guirigay de tecnócratas implicados en el aznarismo, viejas glorias de la UCD, y algún adicto a Rajoy (sin comentarios), el déficit del Estado español debe de rondar el 8% a tenor de las estimaciones del Centro Nacional de Lo-Que-Yo-Te-Diga (Funcas, BBVA o Santa Lucía, comadre de ciegos).

Estáis en la lista.


Aún no tienen datos definitivos, pero el ocho es un número redondo y hasta mañana a las ocho. Aceptamos pulpo como animal de compañía. El anterior Gobierno de José Luis Rodríguez el Puma lo fijo en el 6% para 2011, es decir, que hay dos puntos más de lo previsto, que esos descamisados con coche oficial falsean las cuentas y sumen el mundo en el caos. Para cumplir los objetivos que nos piden desde Bruselas, o desde Berlín, en el nombre de la ortodoxia del déficit cero bien temperado, debemos hacer un ajuste de más del doble de los 16500€ que esperábamos. La subida del IRPF es una pequeñísima parte del plan de recortes, la patita del lobo, al que veremos entero tras las primaverales elecciones andaluzas.

Repite conmigo o te rescato.
Ya conocemos la canción. Los llamados mercados especulan con la deuda soberana y obtienen intereses estratosféricos gracias a las esotéricas agencias de calificación. El miedo alemán a la hiperinflación (la república de Weimar es la clave, Wikipedia lo dice, Merkel lo repite) y la dominación de facto de la situación del Gobierno de Berlín (gracias al sacrosanto bono alemán y, otra vez, a la magia de las susomentadas agencias) hacen el resto. Así las cosas, hay que recortar hasta reducir la deuda, debemos pagar más impuestos, recibir menos prestaciones, arrimar el hombro y apretarnos el cinturón en un momento difícil. Una retórica fascinante que, según dicen, ha llevado al PP al triunfo de la voluntad con el desmesurado aumento de medio millón de votos.

Sin embargo, la deuda pública de nuestro país no pasa del 67% del PIB (en Alemania, por poner un ejemplo de Estado saneado, es del 83% del PIB, Ach mein Gott!). Se habla de deuda privada. Los bancos y las grandes empresas, pero también las personas (lo que llaman familias) han acumulado una cantidad monstruosa de deuda en los años de bonanza:
  1. La más común es la deuda hipotecaria contraída por personas físicas. En caso de impago, tras expropiar todo lo expropiable de los probables avalistas, el banco ejecuta la hipoteca y, si el inmueble no se vende en subasta pública, se lo queda por un valor del 60% de la tasación. Lo demás se sigue debiendo. Así, pagamos antes o ya pagaremos desde la oficina, sita bajo el puente de nuestra elección.
  2. Las empresas que no pagan sus deudas, tras el ERE de rigor, se declaran en quiebra. Los responsables migran a otros campos que esquilmar y, como las langostas, comen un porcentaje obsceno de su peso en billetes verdes. El resto de la empresa va a la cola del paro.
  3. Los bancos son harina de otro costal. Si deben, y sobre todo si deben mucho, el Gobierno de turno se echa a temblar, y aparece la palabra rescate. Y no se trata de salvar a un niño que se ha caído de un pozo y se ha roto el fémur. Consiste en socializar las pérdidas y privatizar las ganancias. Cuando el banco gana, los ejecutivos reparten beneficios. Si pierde, el Estado presta al banco al 1% (y a fondo perdido) a través del FROB (Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria), un lindo nombre para la máxima de Robin Hood aplicada a la inversa: robar al pobre para dárselo al rico. El banco compra deuda soberana al Estado al 7% con el dinero que este le prestó al 1%, y los ejecutivos vuelven a repartir beneficios, viva el mercado libre y tiro porque me toca.
Desde ATTAC se habla de hacer una auditoría de la deuda de los Estados para conocer de una vez quién debe a quién y quién se beneficia:



Es un buen comienzo. Dicen que el 15M tiene entre sus filas, entre otros profesionales, a excelentes abogados. Los ciudadanos deben entender que no han vivido por encima de sus posibilidades, sino que la banca ha estado prestando de manera irresponsable (al 120% de una tasación ya engordada con Clembuterol, cómprese un coche y los muebles y váyase a Bali con el dinero de la hipoteca), y especulando a sabiendas en los mercados de derivados con préstamos que nunca se iban a pagar. También debe saber que los Gobiernos del PSOE y, antes, del PP, han propiciado esta burbuja, que muchas personas con nombres y apellidos se han enriquecido, y que ahora se enriquecen a través de la crisis. ¿Pagamos entre todos los platos rotos prestando a un interés irrisorio?

Lesa humanidad

Después de la Segunda Guerra Mundial, el Mossad, temible servicio de inteligencia del Estado de Israel, dio caza a conocidos líderes del Partido Nacionalsocialista, responsables del genocidio de millones de judíos en Europa central:



Los directores de bancos de inversión como Lehman Brothers (de los cuales nuestro nuevo ministro de Economía y, atención, Competitividad, Luis de Guindos Jurado, es un ejemplo, vivito y gobernando) o Goldman Sachs (Monti, Draghi, Papadimos), los ejecutivos de las empresas que crearon la burbuja, los políticos que recalificaron el suelo, los constructores que pagaron comisiones y los responsables de las agencias de calificación que falsearon los datos tienen algo en común con los anteriores.

Ejecutivo de Goldman Sachs.
Son, por usar el eufemismo, sospechosos de delitos de lesa humanidad, responsables de colocar a gran parte de la población mundial en una situación de pobreza a través del paro, de indigencia a través de los desahucios, y de hambre a través de la pobreza. No han matado a nadie, es cierto, pero reducen a la población a condiciones infrahumanas, especulando con el salario mínimo (en España, de poco más de seiscientos euros) en aras de la competitividad (siempre aparece), apuntando a los minijobs (nuevo eufemismo de la esclavitud: unos cuatrocientos euros por cuarenta horas) como solución al paro. La lista de cargos es larga. Por nuestra parte, los declaramos enemigos de las animadoras, de la justicia y del ser humano.

En el mundo exterior, es muy recomendable que esta acusación tome forma de demanda colectiva, que podría plantearse en tribunales internacionales si los nuestros no entran en razón, sin descartar otro tipo de actuaciones más expeditivas. Estos señores deben recordar que al Mossad nadie, y menos un sospechoso de genocidio, le ha discutido nunca nada. Hasta ahora.


Viva el mal, el proceso sumarial y la demanda judicial. Viva el complot paramilitar.
¿Eins?

Sobre las animadoras

¿Quién no quiere salvar a una animadora?
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