Historia de tres noticias



Dicen que la estupidez, aparte de infinita, es cíclica. De hecho, hace unos días que hemos vuelto al pasado. Estamos a finales de 2010, y vamos a la guerra por The Pirate Bay. O, lo que es lo mismo, a principios de 2012, por Megaupload. Hoy hablaremos de tres noticias que nos llaman la atención, y mucho.

Sopa.
El apagón de SOPA

En un país que supera a España en número de hispanohablantes, llamar SOPA nada menos que a una ley es un epic fail de tal calibre que los responsables deberían ser ahorcados hasta el borde de la muerte tantas veces como minutos llevan haciendo la vida imposible a los ciudadanos, con descansos de siete minutos y seis segundos, es decir, de seis minutos y sesenta y seis segundos, número mucho más luciferino y guantanamero. Ahora bien, llamar PIPA al reflejo de SOPA en el Senado está a la altura de la puesta de largo en nuestro país del Mitsubishi Pajero. Merece un castigo tan largo y complejo que no cabría en los trescientos cuatro tomos del manual de tortura de la CIA y, lo que es peor, excedería los propósitos de este blog.

Dejando, si es que se puede, de lado las consideraciones estéticas, la verdad es que, a raíz de esta ley tan pizpireta, empresas de tan variado pelaje como Twitter, Google, Wikipedia, Yahoo o Facebook, todas, eso sí, consagradas a la gloria de Silicon Valley, amenazaban con apagar Internet durante un día. Apagar Internet es apagar el mundo. Las pérdidas serían millonarias. Cerrar Google y todos sus servicios durante veinticuatro horas equivaldría a girar el planeta un cuarto de vuelta hacia atrás y luego darle una patada y mandarlo a Plutón.

Kim Dotcom.
Este apagón estaba previsto en un principio para ayer, 23 de enero, un día antes de la votación de PIPA, espejo en el Senado de lo que fue SOPA en el Congreso. El objetivo era presionar a los senadores sobre una ley que acabaría con Internet tal y como la conocemos. Países satélites como España (Ley Sinde-Wert) y Francia (Hadopi) ya tenían sus flamantes leyes antidescargas. Si quisiéramos simplificar (Dios nos libre de Eduard Punset) diríamos que SOPA sigue el sistema español de acabar con las páginas que enlazan contenidos protegidos, aunque el huevo y la gallina (el autor intelectual de la Ley Sinde no vive en montañas lejanas) se pierdan en la noche de los tiempos, siempre iluminada por WikiLeaks.

Al final, la página en inglés de Wikipedia lideró el apagón, que tuvo lugar el pasado 18 de enero. El sitio recibió ciento sesenta y dos millones de visitas, que se encontraron con la página cerrada durante las veinticuatro horas que duró la protesta. Miles de webs de todo el mundo se unieron a Wikipedia, y Google recogió cuatro millones y medio de firmas contra la susomentada ley. Twitter estuvo todo el día echando humo, y SOPA fue el indiscutible trending topic mundial, como es natural, que diría Fraga, Dios lo tenga en su gloria. Hasta Mark Zuckerberg bajó de los cielos para dejarnos su mensaje anti SOPA.

Gobierno de España.
No conocemos los detalles ni las conversaciones subrepticias que pudo haber entre los ejecutivos de estas empresas de la nube y los senadores que tenían la pelota en su tejado. O bien el amigo americano, no tan tonto como parece, consideró esta ley un error estratégico de bulto e hizo su trabajo de encantador de serpientes, al contrario que nuestros políticos, que ya habían asumido como autómatas sus directrices y se convirtieron en marionetas de sus lazos atlánticos (Sinde y ahora Wert son ejemplos notables). Lo cierto es que el apagón y todo lo que supuso hizo desaparecer cualquier rastro de SOPA o de PIPA, de momento. Muchos senadores retiraron su apoyo a la propuesta, e incluso el republicano Lamar Smith, impulsor de SOPA, propuso cambios en cuanto al bloqueo de sitios web. Asimismo, el senador Harry Reid, líder de la mayoría republicana en el Senado, pospuso el pasado viernes día 20 la votación de PIPA, que estaba prevista para hoy, día 24. Bien jugado, como dicen las animadoras.


Las colinas de Hollywood

Sin embargo, a veces no todo es tan sencillo. Si bien el Senado de la primera potencia mundial decidió una retirada táctica, la industria del entretenimiento no se iba a quedar quieta. Rupert Murdoch, cuya cuenta de Twitter recomendamos encarecidamente, publicó perlas como esta, ojo, desde su iPad:



Dice nuestro ciudadano Kane moderno: "Parece que la blogosfera ha conseguido aterrorizar a muchos senadores que ya se habían comprometido. Todos los políticos son iguales". No son los estertores de un magnate malhumorado, sino el nacimiento de un nuevo crooner. Es un artista, está cabreado y ciertos políticos se han comprometido, atención, con él. Ahora, en román paladino:


Lo dicho. Alejandro Sanz se manifiesta, y ha poseído a Rupert Murdoch. Otra muestra de la anomalía, de que volvemos al pasado, a los comienzos de este blog, a los albores de la guerra de la información.

Hollywood contra la máquina.
Mientras tanto, en Hollywood, al contrario de lo que pudiera parecer, no andaban ociosos. De hecho, la retirada de SOPA les hizo levantar la ceja hasta la cima de la famosa colina, y manifestaron su intención de dejar de apoyar con su dinero, que por cierto empieza a escasear, al presidente Obama, crítico con esta Ley por su falta de garantías. Curioso, viniendo de un señor cuya secretaria de Estado instara al embajador en nuestro país a promover mediante diferentes amenazas una ley muy similar, y que ordenó la ejecución extrajudicial de un tal Osama Bin Laden (ahora se extraña de que ciertos medios de comunicación integristas azucen al Mossad a actuar contra él mismo si no aplasta, por ejemplo, Irán). Citando al poeta urbano y premio Nobel de la Paz Barack H. O., "garantías, las mías". Toma, Moreno.

Volvemos a las colinas de Hollywood. Allí, los ánimos estaban caldeados. El lobby enseñaba los dientes. Tal y como lo vemos en esta redacción rupestre, nunca hay un solo grupo que presiona para conseguir sus objetivos, pero esa es otra historia. Con todo, y por ahora, teníamos Internet echando chispas contra la posibilidad de una ley que ejerce un control férreo de la misma al estilo de la Gran Revolución Cultural y en nombre de los derechos de autor. Por otro, a la industria del entretenimiento que sigue, como dicen los ingleses, subida a un caballo muerto. Tener contento a todo el mundo era completamente imposible, pero nadie se esperaba lo que iba a ocurrir a continuación, con una excepción.


Gordo de Megaupload dominando el mundo.
La mansión Dotcom

Kim Schmitz, alias Kim Dotcom, alias Kimble, alias Alias, sí que sabe muchas cosas. Siempre se ha movido en la tierra de nadie del capitalismo de la era de la globalización, con todo lo que eso supone. Sabemos bastante de él, ya que no es muy discreto y los medios se han encargado del resto. Personaje excéntrico, supo oler negocio donde había negocio. Según El País, este ex hacker, que a los diecinueve años tenía veinte líneas de teléfono pirateadas en su habitación sin que sus padres lo supieran (anécdota que hace que no podamos evitar ponernos un poco de su lado ^__^), se pasó al bando contrario fundando una empresa de seguridad, Data Protect, que vendió en 2000, justo antes del estallido de las puntocom y de que la empresa quebrara. Luego compró acciones del portal Letsbuyit, filtró que iba a invertir una cantidad grotesca de dinero en él y, cuando se dispararon las acciones, las vendió para dejarlas caer. Esto le supuso una condena en Alemania de cinco meses de prisión por abuso de información privilegiada que cumplió cuando fue detenido en Bangkok. Como siempre pasa con los delitos económicos, la cantidad que ganó deja en ridículo la condena. Seguro que Dotcom es la cara oculta de los siniestros mercados, el responsable directo de toda nuestra desgracia.

Ya asquerosamente millonario, abrió un negocio en Hong Kong llamado Megaupload. Suponemos que os sonará (Oh JDownloader, mi JDownloader). Era muy simple. Megaupload se dedicaba al almacenamiento de archivos. Megaupload era rápido y eficaz, y muchos hemos utilizado sus servicios para algo más que descargar el patrimonio cultural de los popes de Hollywood, sean quienes sean. Por supuesto, también alojaba series, películas, música y libros, y borraba los archivos protegidos por copyright cuando el propietario de los derechos reclamaba. De hecho, un solo usuario podía solicitar el borrado de hasta dos mil quinientos archivos al día, que el artista antes conocido como Kim Dotcom amplió a cinco mil a petición de la empresa Warner Brothers Entertainment, que deseaba poder retirar archivos sin límite diario. Quizá les hubiera venido mejor entrar en el consejo de administración de Megaupload y cambiar ellos mismos el límite.

Ahora la causa coge un color más propio de El padrino, segunda parte. Varios ciudadanos americanos (y ahí está una de las claves), son detenidos bajo la acusación de haber aceptado pagos a través de sus cuentas de Paypal (lagarto, lagarto) a cambio de subir a la nube de Megaupload películas difíciles de encontrar. El Megagate empieza con una copia de Lobezno, para más señas. El año pasado, el FBI insta (dice que insta) a Megaupload a eliminar los archivos protegidos por los derechos de autor, y avisa de algún modo de que está investigando la empresa, que inicia una campaña de lavado de imagen a través de artistas como Kanye West y Will-I-Am. Estos participan en un vídeo promocional, retando a su compañía discográfica. Todo un culebrón.

Kim, momentos antes de su detención.
De ahí al asalto de la opulenta mansión Dotcom, cuyo principal ocupante llega a atrincherarse en una habitación del pánico, siempre según los agentes de la justicia, con una recortada (ya estamos pensando en Tony Montana con una ametralladora en cada mano), hay un paso.

Dotcom y otros seis administradores del conocido sitio de Internet son detenidos bajo la acusación de conspiración para cometer fraude, conspiración para infringir los derechos de propiedad intelectual y blanqueo de dinero. El nuevo Alfonso Capone. ¿Sucio? No decimos que no. Y también millonario. Los medios se hacen eco de las extravagancias del jefe de la mafia, como siempre, de la ostentación, de la fanfarronada y de la opulencia. La cuestión es si Kim Schmitz es el jefe de la mafia o no. Si lo es, caiga sobre él la diarrea amarilla que podemos ver en los medios. O no. Pero si, como colegimos entre sus presuntos delitos, el jefe de todo esto no dirige precisamente la cosa nostra, por mucho que lo repitan las comparsas del FBI en los medios de comunicación, harían bien en no fabricar supervillanos (a vueltas con X-Men) para desacreditar a los usuarios de Internet, so pena de que los vicios absurdos de los multimillonarios empiecen a ser noticia, lo que nos encantaría ver por aquí.


Kim Schmitz pasa
revista a sus tropas.
Debemos tener ciertas cosas claras. SOPA fue retirada porque Google y Facebook, las nuevas majors del entretenimiento, han desplazado a Warner y a Universal (que tendrían que revisar Sunset Boulevard para entender la situación en la que se encuentran), tanto en lo que respecta al tiempo libre en el planeta Tierra como en la economía en el mismo entorno. Pero Obama es omnívoro y juega con dos barajas. Obama quiere Hollywood y Google, quiere Facefook y la Fox. El FBI cerró Megaupload en el momento adecuado, justo cuando SOPA y PIPA desaparecieron. Es tan previsible como eso. El orondo Kim, quién sabe si también Jong-il, sabía lo que se le venía encima. Ahora tiene a un flamante bufete de abogados trabajando para él. Pronto escurrirá el bulto.

Mientras tanto, muchos servicios de alojamiento masivo, como Fileserve, entran en modo pánico y borran miles de archivos. La Tierra es azul. No hay nada que objetar. Anonymous ataca páginas web (informamos al detalle del devenir de la guerra en nuestra página AnonOps) sin descanso, cuelga todo el catálogo de Sony vía Torrent, publica datos de jefes del FBI. Los medios caricaturizan al nuevo villano, la gente corriente come palomitas y tiro porque me toca. Botín devora caviar de caracol en su choza, sita a cuarenta kilómetros del término municipal de Donde-Yo-Te-Diga.

La cúpula de Salvando animadoras se despide mientras desempolva el viejo Torrent y saca brillo al nuevo HOIC, y os recuerda que la guerra continúa, que el mundo no se salva solo, que hay que salvar a la animadora, hay que salvar Internet, la cuenta de Twitter de Rupert Murdoch y a la mula Francis.

Lo que opina Kimble.
Por los vídeos de gatitos, por Edgar, por Boxxy, por Yao Ming, por Internet, por mí y por todos mis compañeros. Por Kim Dotcom (140 kilos de descargas gratuitas), por Enjuto Mojamuto, por Star Wars Uncut, Napster, eMule, el Nyan Cat, JDownloader, Forever Alone y BitTorrent. Por The Pirate Bay, por Julian Assange y por todos los capítulos de Lost. Porque podemos y porque nos faltarán horas para reírnos de ellos. Porque somos más de 9000, vamos a la guerra.

Viva el pentotal, el fenobarbital y la depravación animal. Viva la liturgia pascual.

PS: Nos hemos olvidado de una cuarta noticia. En Estados Unidos, una avalancha de gente invade los cines tras la caída de la cúpula de Megaupload. Nos lo cuenta El Mundo.

PS2: También podéis leer la noticia anterior en Malaprensa. Viva la guerra.
¿Eins?

Sobre las animadoras

¿Quién no quiere salvar a una animadora?
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